viernes, 11 de abril de 2008

Ciudad de Extremos

Quizás una cosa que particularmente me impacta de sobremanera, al observar mi ciudad, es el alto nivel de contraste que se aprecia en el amplio sentido de lo imaginado. Es como si la ciudad estuviera en una constante contradicción entre lo que debe y lo que puede ser. Por un lado está la catedral y cruzando el río de orina, la casa de putas. No se si esto es el resultado de la improvisación a la que ha estado expuesto Santiago o simplemente responde a la configuración mental, al simulacro en el cual nos movemos los habitantes de esta metrópolis.

En mis cortos dos años en la escuela de Arquitectura de la UTEM, el asunto que más me impactó fue la dualidad polarizada de las construcciones en Chile. Es increíble que arquitectos se planteen diseñar para la vivienda social construcciones como la Villa el Volcán, las casas Chubi o las polémicas viviendas a medio construir que se entregaron hace algún tiempo, en donde los habitantes debían terminar de edificar, con la irrisoria justificación de que apreciarían más sus casas si eran “fruto de su esfuerzo”, según lo explicado en cátedra por profesores arquitectos de la UTEM a algunos de mis ex compañeros de escuela. El tema es complejo, al analizar y comparar como se levanta la ciudad en su otro extremo, en su lema de ciudad futuro, de súper futuro.

Tal como expresó Emilio Marín en su charla, Santiago se levanta como un ícono, en donde la postal del progreso económico de ésta, fácilmente puede entrar a competir con ciudades como Nueva York, que a nivel de generación de sensaciones impregna en sus espectadores el espíritu de una falsa modernidad, que en realidad enmascara a la sobremodernidad ya instalada en nuestra vida. Citando a Vincente Descombes en su libro sobre Proust, el espacio es un "territorio retórico", donde todos se reconocen en el idioma del otro, hasta nos entendemos con medias palabras, nos reconocemos en nuestras referencias sociales, espaciales e históricas, tenemos cosas en común independiente de nuestras desigualdades. Esto es lo que ha ido variando en la actualidad de nuestra sociedad y que se refleja particularmente en la arquitectura y el diseño de nuestras expresiones. La ciudad se ha ido llenando de esos lugares-nolugares que no identifican, ya que no tienen como precedente la identidad de nuestro ecléctico zoológico social. Marc Augé plantea en “Sobremodernidad, del Mundo de hoy al Mundo de mañana”el NoLugar de la siguiente manera : “ Así, al definir el lugar como un espacio en donde se pueden leer la identidad, la relación y la historia, propuse llamar no-lugares a los espacios donde esta lectura no era posible…Podemos pensar, por lo menos en un primer nivel de análisis, que estos nuevos espacios no son lugares donde se inscriben relaciones sociales duraderas”. Así los espacios que reflejan el desarrollo de la urbe, se plantean como arquitectura de paso: modernas autopistas, cadenas hoteleras de lujo, centros como el World Street Center de Santiago, emergen para demostrar al mundo lo pujante de nuestra economía y mentalidad neoliberal, amparada en la cotidianeidad de lo vanguardista. ¿Cuáles son entonces los reales íconos de nuestra sociedad?, ¿La sobremoderna y dispar arquitectura que nos delata? En el vagabundeo resultante de nuestros actos cotidianos creo que lo globalizado, lo virtual, se limita por nuestra idiosincrasia, por nuestra pertenencia al Nuevo Mundo. Como dice el personaje de Franz en el libro “La insoportable levedad del ser” de Milan Kundera “…la belleza europea ha tenido siempre un cariz intencional. Había un propósito estético y un plan a largo plazo según el cual la gente edificaba durante decenios una catedral gótica o una ciudad renacentista. La belleza de Nueva York tiene una base completamente distinta. Es una belleza no intencional. Surgió sin una intención humana, algo así como una gruta con estalactitas. Formas, que en sí mismas son feas, se encuentran casualmente, sin planificación, en unas combinaciones tan increíbles que relucen con milagrosa poesía”. Quizás algo de esto tiene Santiago, es la urbe improvisada, el defecto de la no planificación, es la espontaneidad.

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